Mejor no hablar de ciertas cosas

Rumiaciones de una docente en bicicleta, cuando la lluvia lo permite

Bueno bueno, ¿cómo los ha tratado este abril lluvioso? ¿cómo los trata el feriado del Día del Trabajador? ¿Me dejan empezar más péndex? Weno weno ¿Me dejan empezar más gauchesca? Güeno güeno.

Era eso nomás, una tontería. Ah pero qué jodona, estoy jocosa hoy, ¿y qué? ¿acaso no puedo? ¿acaso esas horas en las aulas, y el retaceo de los fines de semana para armar clases y corregir me va a socavar el ánimo? Ya está, ahí arranqué con la queja y vuelvo a ser la misma de siempre. Y no contenta con eso, les tiro algo más. Empecé el cuso de ascenso, sí señor. Al final esto de ser Directora me re cabió.

Así que imaginen el esfuerzo… Es verdad que estoy medio de côté con las clases, lo voy a admitir, con la cabeza un poco en otro lado todo el tiempo. Ese estado mental de “estoy por rendir un final” eternamente. Este espacio confesional puede meterme en problemas por lo siguiente: en un primer momento yo escribía muy suelta de cuerpo porque me leían _obviamente mi mamá _ apenas cuatro o cinco amistades. De a poco me di cuenta de que algunas personas de mi honorable institución recibían el newsletter. Por un lado eso resultó encantador, ya que implicaba que mis avatares se difundían, pero por el otro, mejor no hablar de ciertas cosas (para los nostálgicos de los ´80).

Lo pongo porque me cae bien

Actualmente tengo un alumno Lucca, así, con doble c. ¿Será por él? O por Gianluca Grignani? También me cae bien, tengo gustos amplios, es el de Mi historia entre tus dedos que yo escuchaba a fines de los `90, y ahora mi hijo escucha en versión cumbia. Nada nuevo bajo el sol.

Tano fachero

Ya saben cómo es, me voy un rato por las ramas y después llego a algo más concreto. El saber que varios compañeros me leían en cierta forma iba modificando el contenido de mis entregas, hasta que hace poco supe que mi vicerrector cada tanto me lee. CHAN. Saberlo fue una mezcla de “Uh qué bueno, pero uuuuh ojito ojota ojete”. Antes de continuar quiero decir que “Le pertenezco, señor”.

Yo cuando supe que el vice me leía

Es decir que a partir de este momento estas entregas tratarán sobre las aventuras que vivimos mi fantástico vice y yo en el laberinto educativo. Al que no le interese, ahí tiene la puerta.

Mi vice y yo

Comienzo por contar que ambos estamos haciendo ese bendito curso (cuya organización en la plataforma es un tanto desconcertante, aprovecho para decir) y entre la cuantiosa bibliografía que nos tiran por el ciberespacio apareció esto:

A mi juego me llamaron, fíjense el año

Miren quién era presi!!!!! La historia me contempla

Imagínense todas las minucias que despliega esta normativa indispensable para gestionar un establecimiento educativo hoy en día.

Además de comentar que es una “disciplina de profundo sentido ético” se explaya un montón en los detalles de la bandera, como por ejemplo que el Sol “será el figurado de la moneda de oro de ocho escudos y de la plata de ocho reales, que se encuentra grabado en la primera moneda argentina, por ley de la Soberana Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata del 13 de abril de 1813, con los treinta y dos rayos flamígeros y rectos colocados diernativamente y en la misma posición que se observan en esas monedas. El color del sol será el amarillo del oro.”

¡A que no sabían eso… es genial! Ya con leer la palabra “flamígeros” me emociono, y aunque no entienda lo que es “diernativamente” no me importa, porque después habla de la bandera de ornato. Podría seguir horas con esto, pero tranquis, no los voy a cansar. Después menciona cuáles canciones u oraciones pueden acompañar el izamiento, y sugiere que al menos una vez por semana se entone “Aurora”.

Acá lo tenés al flamígero diernativo

Así que acá estoy llenando la cabeza con estos datos útiles y descuidando un poco a mi rebaño.

Por ejemplo, todavía no armé ninguna salida didáctica, y a esta altura del año yo solía tener varias programadas. Estoy pensando en ir al Jardín Japonés con los primeritos, a ver si se conmueven un poco con la naturaleza estos párvulos. El otro día casi me da un ataque cuando me preguntaron qué era una higuera. ¿Pero será posible? “¿Nunca comieron higos?” les espeto, entre furiosa y asombrada. Me dirán ¿por qué la furia? No sé, la verdad, pero empecé a decir, en un volumen peligroso “HI-GOS HI-GOS HI-GOS” enajenada prácticamente. Después recordé la pantalla que se encuentra a un lado de la pizarra y san google me rescató, mostré infinidad de fotos de higueras, de higos, y supimos que el nombre posta es Ficus Carica y es de la familia de las moráceas. Cuando vieron las fotos dijeron “Ah, higos” con cara de suficiencia. Definitivamente no hablamos el mismo idioma.

El fruto de mis desvelos

Otro momento _no sé si decir hilarante o cualquier otro -ante que se les ocurra_ fue cuando trabajamos el cuento maravilloso (adoro este género y me leí todossssss). Empezamos con uno de las Mil y una noches, el de El pescador y el genio. Para entrar más en clima yo les decía “vieron Aladdin”, caminando sobre seguro. Y resulta que no, que no vieron Aladdin (¿Disney quién sos?). Las nuevas generaciones ya no miran películas del siglo pasado, y ahora ¿cuál es mi base de sustentación para dar clase? Para ejemplificar ciencia ficción siempre me remitía a Jurassic Park o Matrix, no las vieron; para género fantástico, el comienzo de Narnia, never. Y así, de a poco, se van cayendo todas mis certezas.

Hago intentos para recrear en la imaginación a Aladino y su genio (en ese momento estaba en un aula sin pantalla, así que recurrir a la imagen era imposible) y una estudiante me dice “Ah, ¿ese que volaba en un trapo de piso?” De alfombra a trapo de piso. Toda la magia. Si me había puesto como me puse con los higos, imagínense con esto, me llevaban los vientos. Ella lo más pancha me dice “Bueno, profe, una alfombra, un trapo…” (sí, ya sé, tomeirou tomatou poreirou potatou) kedifisiltodo.

Lo bueno fue que encontré un video de 6 minutos (una enormidad para las mentes tiktokeras de hoy) de una película de los años `40 que hizo las delicias de mi padre en donde había un genio que salía de una botella, y para sorpresa de todos, les gustó, a pesar de mirar un poco por sobre el hombro los efectos especiales del film, que en esa época deben haber sido de una audacia total.

Pero así como te digo una cosa te digo otra. Estábamos en 3ro viendo uno de los tópicos del género fantástico, el motivo del doble o doppelgänger (palabra alemana para referirse a este doble fantasmagórico que muchas veces es malvado) porque habíamos leído un relato con esta temática. Y en eso uno de los chicos me dice “Como en el juego” “¿qué juego?” “el videojuego, se llama así, vos sos empleado del hotel y te dan una lista de… de… de los que van” “los huéspedes” “sí, eso, los huéspedes, y vos tenés que descubrir a los dobles” “¿y cuándo ganás?” “cuando descubrís a todos” “¿si no, qué pasa?” “te matan”. Obvio, qué pregunta la mía. Pero la cuestión es ¿mirá por dónde viene la cosa? Nunca me acuerdo de los videojuegos, no soy muy homo ludus ni femina ludus, más que el Scrabble (¡qué ploma, típica de letras!) o el Pacman (¡qué ochenta que soy!). No ven pelis del siglo pasado, y tal vez tampoco de éste, pero con los videojuegos se arma algo con cierto espesor. Atenti.

¡Qué recuerdos! Nunca pasé de la 3ra pantalla, la verdá

Investigando sobre el asunto, parece que en Dragon Ball también hay un doppelgänger. Resulta que ahora todos trabajan la cuestión. Lo comento porque Dragon Ball también es una fuente donde suelen abrevar estos niñitos.

Acá tienen el doppelgänger ponja

Y acá, uno prerrefaelita, ¡cuánta cultura este newsletter!

Y para cerrar les cuento cuando descubrí que unos atrevidos me entregaron una tarea hecha en chat gpt (inteligencia artificial) y mi inteligencia natural los descubrió. Estaba yo tan indignadaaaaaaa.

Pero empiezo por el principio, tenían que explicarme algunas frases de un cuento, en donde había mucha metáfora, imagen sensorial, etc. Frases tipo “reproches sucios de tierra vieja” o “las palabras estaban revestidas en alambre de púas”. Tengo que decir que la mayoría se rompía la cabeza para interpretar las expresiones, pero hubo unos vivillos que me dijeron “profe, ¿dónde va a estar en la próxima hora? porque no terminamos”, y estaban con el celular, pero bueno, el cuento lo leían desde el dispositivo. Les indiqué el aula en la que estaría y me fui. Llega una con cara de angelita y me entrega la hoja. En el fin de semana me pongo a corregir y veo que este grupo encaraba diciendo “esta metáfora sugiere que algo insignificante se volvió significante y dejó una impresión duradera”. “Mirá estos pibes, cómo escriben” empecé, admirativa, más que nada por el verbo “sugerir”, que no lo usan nunca, y por meterse con la palabra “metáfora”, eso es de guapos. Pero después me di cuenta de que la oración era demasiado general, y no decía nada muy específico, bien de Chat Gpt, así que probé, y obtuve la misma respuesta, un poquito tuneada, pero muy reconocible. ¡¡Ay, cómo me calenté!! “Se creen que soy una pelotuda, que nací ayer, que no me voy a dar cuenta blablabla”. Todo eso en mi casa, a solas, no teman, no me desbarranqué así en el aula.

En la mañana del lunes, durante el izamiento de la bandera (que es cuando se suscitan mis charlas profundas con Jero; perdón, Ceremonial, ya volveré a ti) comento el episodio y mi amigo me dice “No es personal, vos hubieras hecho lo mismo hace 40 años, de haber existido esa maravilla”. Entiendo que tiene razón, aunque me parece muy reprochable que haya dicho 40 años, podría haber soslayado tema tan sensible.

Voy al curso, reparto los trabajos genuinos, doy algunas indicaciones, y después les digo a mis descarriados, con absoluta calma “Chicos, esto lo hicieron con Inteligencia Artificial, son uds. los que no confían en su cerebro, yo sí”. ¡Ay essshhhaaa, qué magnánima! ¡Cuánta calma y qué bien guía a sus educandos!

También les puse una nota en la hoja, con tinta roja. Seré pitufa, pero no bolufa (nostálgicos de Olmedo, hellow).

Me encanta porque en este newsletter entra cualquier cosa

Con carita triste y todo, apelando a la culpa

¿Creen que, frente a mi discursito, abandonaron su postura impávida, recostados contra la pared y con los pies arriba de una silla, mientras se cebaban mate? Claro que no, solo preguntaron “¿pero le pone nota o no?”

¡Es una lucha!

Me siento tan Carlín algunas veces…

Me voy despidiendo porque ya me pasé de palabrerío, disculpas, es que una vez que arranco, no puedo parar. Seguimos acá, en la trinchera educativa. Beijinho beijinho.